miércoles, 2 de septiembre de 2009

Acomoda los cuerpos uno junto al otro.

Comienza por sus venas y llega al corazón, lo succiona como si la sed lo hubiera consumido antes. La deja tendida y con una gota de sangre resbalando por su pecho, la limpia con su fría mano y voltea hacia otro cuerpo. Lo toma del brazo, lo recorre con su olor y entra por el vientre, se menea y sube rápidamente hambriento, llega al corazón y lo arrebata de tajo, lo come sin saborearlo. Llega al último cuerpo entra por sus ojos rompe las venas y arranca el corazón esta vez lo saca, lo toma con la mano derecha y comienza a morderlo, lo saborea, lo huele y escucha su crujir. Mientras yo me enrosco, me toco el pecho y no hay nada, no hay dolor, no hay sufrimiento, no existe regocijo, desapareció el alma, no conozco las sensaciones, no pienso, no siento, no actuó, sólo vivo y a partir de hoy disfruto el asentimiento.

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