lunes, 22 de diciembre de 2008

Cena de Navidad

Camina presurosa a la cocina y comienza preparando la cena delicadamente, se acerca de pronto la hora en que deberá estar lista, comienza por reunir los ingredientes la sal y el pescado eran los elementos principales, comienza lavando el pescado y observa como cae el agua del fregadero limpiándolo cada vez más, lo deja a un lado en un recipiente a que tome su jugo y pierda el exceso de agua. Toma la sal, un kilo y medio, y comienza amasando sintiendo los granos raspando sus manos y resecando su piel, toma el pescado y lo sazona con hierbas que corta de sus plantas aromáticas, algo de laurel, tomillo fresco, mejorana y comienzan a reunirse los aromas de las plantas y el pescado, lo envuelve poco a poco con la sal, una capa sobre otra y otra más, se esmera en que la sal no penetre las espesas escamas del pescado.
Él camina por la avenida con un ramo de flores entre manos. Viste traje oscuro, camisa azul y corbata estampada en colores similares, se detiene frente a una pared y copia el mensaje de acción poética en una tarjeta que guarda dentro de las flores. Sonríe pensando en ella, mientras acelera el paso.
La cena esta lista para cocinarse, el pescado está cubierto en sal, lo resana afanosamente. No permite que exista una sola ranura en la cubierta, lo mete al horno y mientras se encamina en busca del vino. Ella prefiere uno blanco de crianza, pero piensa que a él le gustaría más uno joven, entonces acerca la botella a la mesa que arregla a la perfección.
Él acompaña las flores con chocolates, prepara su boca con un buen aliento refrescándolo con mentas y se acerca a las puertas de su casa. Entra sin llamar porque quiere sorprenderla, camina hasta la cocina.
Ella sentada en la mesa ve como se consumen las velas esperando su llegada. Él encuentra un mensaje en la mesa que dice “tu cena esta en el refri”. Ella, se queda dormida entre los aromas que despide la cocina.
Ileana Cepeda

miércoles, 10 de diciembre de 2008

HASTA EL VIENTO TIENE MIEDO

El viento trae tu nombre en sus dobleces, me envuelve y grita en mi oído las palabras con las que te recuerdo. Mueve mis labios, los abre para que entres y respires en mí, entonces me calmo, me paralizo y tiemblo por ti.