lunes, 21 de septiembre de 2009

Septiembre

Terminadas las fiestas de la patria, la celebración, el júbilo de la liberación por haber conseguido la autonomía como pueblo, me siento vacía. El vacío podría responder a la ausencia que deja la misma liberación. Peleas tanto, por alcanzar la libertad que cuando la obtienes no sabes qué rumbo seguir o bien no estás preparado para responder o plantear las preguntas, la guía, los pasos que siguen. A lo largo de las peleas, el pugilismo idealista en busca de alcanzar, la inalcanzable libertad te encuentras cada historia que acompaña tus ideales momentáneamente, y en la prolongación de la lucha parecería que el acompañamiento puede ser para siempre. Para siempre en las historias de amor y de guerra, se vuelve entonces ese ideal por el combatir y acompaña los senderos de las querellas cotidianas. La historia que ahora termino comienza en septiembre y deberá vivir y permanecer en ese tiempo, encapsulada en el derramamiento de sangre y polvo del olvido. Las historias de guerra y las historias de amor tienen el mismo fin. La soledad y el vacío, que deberá acompañarse y llenarse en otras historias que se viven dentro de un espacio y un tiempo de distanciamiento; de olvidos involuntarios que nacen del abatimiento.
Él acarició su cuerpo cobrizo,
con sus dedos remojados de aceituna,
la untó con crema de albahaca
y llenó sus besos de cilantro
Recitó su nombre
con pasajes mitológicos
y su aliento en manzanilla
la endulzó por la mañana
mas por la tarde
caía un rocío de avellana
y en la sombra de su cuerpo
una daga lo empuñaba
ella remoja sus ojos de hinojo
y salva su corazón del delirio.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Los Niños Héroes

  • Miranda -…y entonces Marcelo y Andrés correteaban por toda la escuela vestidos. Andrés era de los malos y Marcelo era niño héroe; así que Marcelo corría muy fuerte para que no lo alcanzara Andrés, porque traía una pistola.

  • Mamá –ah, sí y Marcelo que hizo?
  • Miranda – pues siguió corriendo y luego que se sube a la escalera que puso la maestra y se tiro de arriba enredado en la bandera de México, porque así le dijo la maestra
  • Mamá – y tu compañero Andrés que hizo al ver a Marcelo tirado en el piso y envuelto en la bandera.
  • Miranda – pues lo mató con su pistola
  • Y entonces la mamá se lleva las manos a la cara, se abren los ojos, y la boca al mismo tiempo, en su rostro se dibuja la sorpresa y el susto entre los dedos que dejan ver lo increíble de la noticia.

  • Miranda –no te preocupes mamá, que Marcelo después de que lo mataron se atacó de la risa. ¿Mamá cuando tú te mueras te vas a levantar risa y risa?
  • Mamá –seguro que sí mi amor igual que Marcelo. Bien entonces ya conoces a los niños héroes? .
  • Miranda con su gesto de sabelotodo y cara de fastidio responde –sí mamá Marcelo y Andrés, ya los conocía desde el año pasado.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Acomoda los cuerpos uno junto al otro.

Comienza por sus venas y llega al corazón, lo succiona como si la sed lo hubiera consumido antes. La deja tendida y con una gota de sangre resbalando por su pecho, la limpia con su fría mano y voltea hacia otro cuerpo. Lo toma del brazo, lo recorre con su olor y entra por el vientre, se menea y sube rápidamente hambriento, llega al corazón y lo arrebata de tajo, lo come sin saborearlo. Llega al último cuerpo entra por sus ojos rompe las venas y arranca el corazón esta vez lo saca, lo toma con la mano derecha y comienza a morderlo, lo saborea, lo huele y escucha su crujir. Mientras yo me enrosco, me toco el pecho y no hay nada, no hay dolor, no hay sufrimiento, no existe regocijo, desapareció el alma, no conozco las sensaciones, no pienso, no siento, no actuó, sólo vivo y a partir de hoy disfruto el asentimiento.