martes, 2 de febrero de 2010

Sigilo.

Ella se sienta al filo de la cama, encapsulada en un cuerpo que detiene la tormenta que lleva dentro. Lo piensa, lo siente, lo detiene y lo abandona lejos de la voz que lo recuerda. Desde lejos y a horas de verlo, se sacudió el desgano, se quitó la pereza de los ojos, se levantó de la cama, afinó el oído, tomó sus delicadas y esqueléticas manos, revisó sus líneas, una a una le hablaban de su presente su pasado y su futuro... Se detuvo un momento mientras recorría lenta y delicadamente su futuro, la piel se erizó, las manos se apretaron enérgicas mientras escuchaba su voz aguda, la tomó con fuerza y se cortó las venas con las luminosas cuerdas que nacen de su canción. Permaneció dormida, hasta que ningún príncipe la despertó.